Europa y el Mediterráneo
Chipre
RAMON LLULL EN CHIPRE
Con un año de retraso, Ramon Llull recibió en Mallorca la noticia de la invasión de Tierra Santa por parte de las tropas tártaras de Kasán de Persia. Decidió entonces (1301) viajar a Chipre con el deseo de vivir en primera persona los cambios geopolíticos que se estaban produciendo en el Mediterráneo oriental y que parecía iban a significar la expulsión de los musulmanes de Jerusalén.
En Nicosia Llull debatió con los «infieles» de la isla (monofisitas, nestorianos y otros) con el permiso de Enrique II de Lusignan, rey de Chipre y de Jerusalén. Sin embargo no consiguió la autorización real que esperaba para ir a convertir al sultán de Babilonia y al rey de Siria y Egipto. En Vita coetanea contó que un clérigo y un criado con los que convivió intentaron matarle utilizando algún veneno con el fin de robarle sus bienes. Entonces Llull, convaleciente, decidió huir a la localidad de Famagusta, en la costa oriental de la isla, donde trabajó en el Llibre de natura (‘Libro de naturaleza’). Posteriormente se instaló en Limassol, en el sur, donde el maestro templario Jacques de Molay le recibió con gran cordialidad y le ofreció hospedaje en su casa hasta que recuperó la salud. Esa amistad le abrió las puertas de la Armenia Menor o Cilicia, cuyo rey era aliado de los templarios. En el monasterio chipriota de San Juan Crisóstomo escribió la Retòrica nova (‘Retórica nueva’).
CHIPRE, ENTONCES Y AHORA
Chipre es una isla del Mediterráneo oriental que en la actualidad está dividida entre la parte suroeste, administrada por Grecia (donde predomina la religión cristiana ortodoxa), y la parte noreste, administrada por Turquía (de mayoría islámica). Su nombre (Kypros en griego) está relacionado con la palabra cobre (cyprum en latín) debido a la existencia, en la antigüedad, de importantes minas de ese metal en la isla. Fue dominada sucesivamente por los romanos, los bizantinos y los árabes. Entre 1192 y 1489, el Reino de Chipre fue gobernado por la dinastía de los Lusignan, monarcas de ascendencia francesa; entre ellos Enrique II, rey de Chipre y de Jerusalén, con el que tuvo contacto Ramon Llull. En aquél entonces Chipre constituía una base fundamental para las relaciones comerciales y políticas de Europa con Asia y con el África oriental.
En cuanto al patrimonio arquitectónico, destacan en Chipre las iglesias pintadas de Tróodos, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (1985 y 2001): se trata de nueve iglesias y un monasterio con pinturas murales de iconos bizantinos. Su buen estado de preservación es debido a su aislamiento en el macizo montañoso de Tróodos, situado en el interior, lugar al que los piratas no solían llegar en sus frecuentes ataques a la costa.